Si el gobierno no toma el control de la empresa se consumará el Alumocho. Llamemos las cosas por su nombre, el proceso de deslocalización de Alcoa es una estafa: el Alumocho. Mientras Barbón y la alcaldesa siguen hablando de dudas, los estafadores que se hicieron con el control de la empresa siguen adelante con su estafa express. Ya hay facturas impagadas a nombre de Alu Ibérica y si el estado no interviene, el mes que viene o al siguiente serán las nóminas. La empresa está ahora en manos de una gente que nada sabe de aluminio, su experiencia está en el hacerse con todo el dinero que puedan y luego utilizar el derecho societario para salir impunes. Coje el dinero y corre, ese es su proyecto industrial. La alcaldesa está jugando a Tabú e intenta hablar de soluciones pero sin decir nacionalización o artículo 128, sus lastres ideológicos se lo impiden. La solución está en la prerrogativa constitucional que el estado tiene de anteponer los intereses colectivos a los individuales en sectores estratégicos o monopolistas como el de la produccción de aluminio y proceder a la intervención de la empresa. El resto son palabras vacías y brindis al sol. Alcoa es quien tiene capacidad para denunciar el incumplimiento de los términos del acuerdo de Julio pero no lo va a hacer porque cuanto peor le vaya a Alu Ibérica, mejor para Alcoa. De hecho el actual silencio de Alcoa nos plantea la duda de si el Alumocho fue planificado desde un principio. El gobierno debe nacionalizar y luego buscar un socio empresarial con un proyecto industrial o desarrollar uno propio, eso decíamos y eso seguimos diciendo.
Primitivo Abella concejal de Cambia Avilés.